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Cosas que pasan

Don Pichote de la Mancha (actualizado)

Aunque ser un pajero esté socialmente poco reconocido, la afición por el pecado de Onán conlleva a veces satisfacciones más allá del mero gustirrinín masturbatorio. En ocasiones, el afán por tocarse el pirindolo puede llevarnos a encontrar tesoros y gilipolleces dignas, sin ir más lejos, de este hermoso blog.

 



Chistes fáciles: Mitsubishi Pajero, el coche que todo freak debería tener

 

Anoche me daba un paseo por Petardas.com , web porno archiconocida y de mediana calidad. Además de las típicas galerías de fotos y videos ordenadas por distintas categorías, en la página principal se encuentran cosillas variadas que el/los websmasters van añadiendo a diario: desde videos de webcams o postales de broma erótica, hasta galerías de fotos en más calidad o con un tema concreto... un cajón de sastre de, nunca mejor dicho, pajereces. El caso es que a mitad de recorrido me encontré con un video de dibujillos animados, género que no me suele ir ni venir. La cosa es que el nombre tenía su aquel: Don Pichote de la Mancha, y en la típica imagen congelada que se ve cuando incrustas un video en tu blog se visualizaba al hidalgo y su escudero caminando por la ancha Castilla.


En los comentarios del video, decía que era una peli setentera de porno-dibujos. que parodiaba la celebérrima obra de Cervantes. Al leer eso, mi sexto sentido de reconocer la poca vergüenza del prójimo me alertó de que si pinchaba en la pantallita, me vería transportado a una nueva dimensión del despropósito y la desfachatez, siempre con el cariño que desde este humilde rincón profesamos a ambas palabras.

 

 


Y efectivamente, ahí lo tenéis. El Quijote porno, en dibujos. Doblado al castellano, como debe ser. Y digo como debe ser porque gracias a ello escuchamos las tonterías que los personajes sueltan por la boca, y esas rimas cabareteras de chiste verde tan decadentes como la calidad del dibujo. O la animación, para que luego digan de Padre de Familia.


Todo es de coña marinera; reconozco que el porno humorístico no es muy de mi agrado, pero es que esto es enorme. El mariquita de la casa de putas, la enorme pichorra de Alonso Quijano, la procacidad sin fin de Sancho (“sólo oírlo...¡zas! se me empina el pitorro”. Sublime), el toqueteo de bajos de la colega mientras la otra se atraganta con el mandao del protagonista... No extraña que el film en cuestión sea de los 70: las sustancias necesarias para llevar a cabo tan magna obra sólo se encontraban entonces.


Desde aquí me gustaría agradecer a la persona que está tras el nick de milinkito que colgara en ZappInternet la peliculilla, ya que si bien sólo es un fragmento los siete minutos valen su peso en oro. Cosas como esta son las que demuestran que incluso la pornografía puede seguir deparándonos sorpresas. Aparte, que este tipo de temas siempre aumentan las visitas. Pero esa es otra historia.

 

 

Cuando me lo empiece a leer otra vez me entra la risa floja

 

Actualización: rebuscando en la Red, además de constatar que hay algunas personas más que conocían la existencia de Don Pichote y que milinkito es una web bastante apañada y hermosa, he encontrado en la web de la sala Bagdad una recopilación de videos del mismo estilo del de este artículo, para goce y regocijo de todos. Aquí está el enlace.

 


El Sonido de la Bestia

Siempre digo que en muchas ocasiones, un buen momento se presenta por absoluta casualidad. En este caso, buscando un libro me encontré con uno de esos hallazgos musicales bizarros que tanto me molan, y del que tengo que dar fe (y nunca mejor dicho, ya veréis) delante de todos vosotros. Agarraos que vienen curvas.


Cada vez que me meto en el blog de Pruebas de Estupidez , aquí llamado como ya sabéis Humanidad Supina, me encuentro arriba a la derecha de la página con la portada de El Sonido de la Bestia, hermosa lectura para el headbanger medio en la que se aborda la historia del metal desde sus comienzos hasta la época actual. Tengo ganas de agenciármelo desde hace ya tiempo, así que me dispuse a buscar por la Red información y alguna crítica del libro en cuestión. El caso es que al introducir en el buscador el sonido de la bestia, una de las entradas que me apareció hacía referencia al nombre de un disco. La primera reacción fue levantar una ceja y, con una sonrisa de medio lado, abrir la web esperando encontrarme algún disco de thrash metal sudamericano ochentero. Sin embargo, tuve que tragarme mi escéptico gesto porque lo que hallé era aún mejor que eso.



La madre del Cordero. Si se os ocurre algo que comentar, adelante. Yo me quedé sin palabras


Cuando ante mis ojos se mostró la portada del álbum en todo su esplendor, se me descolgó la mandíbula como una piragua. Y eso que he estado en muchas gasolineras, viendo cientos de expositores de cintas de artistas undergrounds con ediciones que ríete tú del fondo Grecas del Windows 98. Pero aquello iba mucho más allá. Vosotros mismos lo estáis contemplando: la foto de Richie Ray y Bobby Cruz, cuyas poses y vestimenta los hacen dignos merecedores de aparecer en el tópico guateque de película de destape, pegada de manera descarada (a pesar del fallido intento de disimularlo, poniendo el fondo de la instantánea del mismo color que el dibujo de los dragones) encima de un dibujo que una de dos, o lo han sacado de la etiqueta de una botella de licor digestivo del restaurante chino de la esquina, o lo han recortado vilmente del libro de colorear de alguno de sus hijos.


Bien sabéis de mi pajerez en todos los sentidos, y cuando ví eso no pude menos que buscar respuestas: ¿quiénes son Richie Ray y Bobby Cruz? ¿A qué coño suena este disco? ¿Ganará mucho un portadista en Sudamérica? Lo primero que hice fue buscar la biografía de los dos buenos señores que nos enseñan sus sonrientes rostros en El Sonido de la Bestia. Y cuando la leí caí en la cuenta de que me encontraba ante algo muy grande, que enrriquecería mi cerebro ávido de extravagancias, amen de ayudarme a actualizar el blog.


Resulta que el dúo fue uno de los pioneros en eso de la salsa, allá por finales de los sesenta, vendiendo muchísimos discos y llenando recintos por donde quiera que fueran. Pero Richie Ray se cansó, y harto de fama y fortuna se metió en el cristianismo (hablamos de 1974, más o menos), enrrolando junto a él a su colega Bobby. Lo enorme de todo esto es que decidieron usar su música para difundir el mensaje de la Iglesia, por lo que a partir de entonces sus discos de salsa dejaron de lado la temática fiestera/salchichera y predicaban la palabra de Dios. Pero con base de salsa. ¿Es o no es de tócate los cojones? Aquí la biografía, para que quede bien claro que hablo basándome en echos reales.


El Sonido de la Bestia no es otra cosa que salsa con letras cristianas. Stryper meets Celia Cruz. Os lo digo porque me he pillado el álbum trasteando por ahí (sí, podéis amarme), y es una verdadera y absoluta pajerada de principio a fin. El disco hasta suena bien, y es una delicia oír ritmos latinos mientras nos cuentan, por ejemplo, el retorno del bíblico hijo pródigo a su casa en la estupenda canción Juan en la ciudad, o se lamentan del estado actual del planeta en la absolutamente imprescindible Pa'tra y pa'tra, en la que provoca la risión a la par que vergüenza ajena oír versos como “no se han dado cuenta que las cosas han cambiado, los hombres se hacen mujeres, y la mujer se ha liberado”. Un análisis sociológico que deja a Max Weber en braguines.


El remate de los tomates es que Richie y Bobby terminaron por hacerse pastores evangelicos, dejando de lado su música y reuniéndose sólo eventualmente para tocar. Informaciones de última hora señalan que han colgado la sotana y han vuelto a los escenarios, pero lo importante es que en 1980, un par de colegas nos brindaron una cosa más con la que flipar.


A lo mejor y seguramente Viruete o el staff de Vicisitud y Sordidez conozcan cosas más bizarras que ésta (la experiencia es un grado), pero ¿a que esto que os he traído mola?



Les pediría la bendición sin pensármelo

 

Dos días con un Dios

Dos días con un Dios

Como amantes de la música que somos Cristina y yo, siempre que sabemos de algún concierto que nos interese no lo dudamos. En esta ocasión tuvimos el privilegio de acudir a una velada con Glen Hughes, ex miembro de Deep Purple, Black Sabbath, Iommi y con una grandiosa carrera en solitario. Realmente este hombre es más conocido por haber dejado en bragas a Coverdale en el California Jam del 74, cantando más agudo, más fuerte y mejor que el líder de Whitesnake. Treinta y cuatro años más tarde seguiría dejándolo atrás, pero eso viene luego.

El caso es que el día antes del concierto, que fue el pasado martes, nos enteramos que en la misma sala donde iban a tocar Hughes y compañía, éste iba a firmarle a la peña y a hacerse fotos con quien quisiera. Allá que nos fuímos el lunes, pensando en que seguramente no habría mucha gente. Efectivamente, no pasaríamos de 40 las personas que nos congregábamos en la Sala Q. Puede resultar chocante que ante la posibilidad de conocer a uno de los mejores músicos que ha dado la historia del rock todo el mundo pasara, pero la idiosincrasia del metalhead sevillano es así de particular.

Salió Glen para sentarse en la mesa que habían habilitado para su grupo, y nos sorprendió lo mayor que está el tío. Cris me comentó que se parecía a una tía abuela suya, y desde luego en patas de gallo quedaban parejos. Podemos decir sin temor a equivocarnos que el británico entra en lo que hemos dado en denominar lista Pertegaz, formada por todos esos hombres que cuando envejecen se convierten en señoras mayores; ahí está el claro ejemplo de Paul McCartney.

A lo que íbamos. Nos acercamos tímidamente a la cola para las fotos y nada, primero mi novia se hizo una fotillo con él y le firmo su entrada, luego yo me acerqué y con mi sobriedad y borderío habitual tiré la mía encima de la mesa para que Hughes estampara su rúbrica en ella (os juro que no me cae mal, es que me quedé tan sorprendido de la situación que no me salió ninguna de mis coñas habituales en inglés) y después nos fuimos a tomar una birrilla. Al cabo de unos veinte minutos, cuando los músicos se dieron cuenta que todos los que estábamos allí ya nos habíamos hecho fotos y nos habían firmado hasta el elástico de los calzoncillos, se fueron con viento fresco.

Cabe señalar la cara de sorpresa de Glen Hughes, que igual se pensó que no se iba a caber y se topó de bruces con la cruenta realidad de hacer una meeting con él un lunes, con media ciudad de vacaciones, un cuarto trabajando y el otro cuarto sin dinero o sin ganas de ir. También se encontraba allí Chad Smith, batería de los Red Hot Chilli Pepers, al que ninguno de nosotros le prestó atención. Lo nuestro fue por despiste; me pasó lo que suele pasar cuando discutes con alguien: la mejor respuesta se te ocurre cuando te marchas, y a mí se me pasó por la cabeza pedirle un autógrafo cuando Cristina y yo nos pirábamos a casa.

El día del concierto la cosa fue distinta. Había bastante gente esperando en la puerta, y cuando tocaron los teloneros (Adrenaline 101, unos suizos que hacían un hard rock de corte moderno y cuyo vocalista, además de recordar vagamente en lo físico a Phil Anselmo, hablaba español mejor que yo) la sala ya estaba medianamente llena. La hecatombe llegó cuando Glen Hughes y los suyos salieron al escenario, con un recinto en el que no se cabía, pero en el que curiosamente no agobiaba estar. Allí el 70% de personas podían haber sido nuestros padres, y más de uno incluso nuestros abuelos. No exagero si digo que Cris,yo sólo algunos pocos más eramos los más jóvenes del lugar; ya verás cuando a finales de octubre toquen la Leo y sus Stravaganzza, aquello va a parecer un aula de recuperación de 3º de ESO .

Y lo que vimos fue uno de los mayores espectáculos que hemos presenciado nunca, con un Glen Hughes que se salió. Una voz privilegiada como hay pocas, que iba desde registros bastante bajos hasta unos agudos dignos de su época hard rockera con Purple y que mucho tiempo después siguen intactos, como demostró cuando en el último bis, tras petición unánime popular, tocó Burn. Hizo locuras con su voz; con la compañía de un simple teclado jugaba con sus cuerdas vocales y manteniendo y variando tonos altísimos. Se nos cayeron los cojones a muchos y a alguna aquello le daba palmaditas.

Me dio un poco de pena que la juventud headbangerera sevillana tuviera escasa representación, pero parece ser que los grandes ídolos del rock clásico a la mayoría de compañeros de nuestra generación les dan un poco igual . Bueno, también puede ser que los 25 euros de la entrada echaran para atrás a la gente; 25 euros muy bien invertidos.

Para algun malandrín que piense que el viejo de Hughes debe estar quemado, le digo aquello que soltaba uno de los encargados del super en Tapas: y una poca polla que te comas.

Ciencia amorosa

Si os fijáis en los enlaces que se encuentran en el borde derecho del blog hacia la mitad de la página, uno de los primeros es Historias de Escepticón, una bitácora que regenta mi cuñado. La web en cuestión, además de contener escasísimas entradas (mi hermana, su hija, el trabajo y sus cientos de hobbies sólo lo dejan actualizar muy de cuando en cuando, la última vez hace ya 7 meses) versa sobre todo de ciencia, desde el punto de vista de un aficionado al tema. Un protocientífico absoluto y convencido, para que nos entendamos.

Por mi parte, conocéis bien,y si no leed algún viejo artículo de este espacio, mi posición hacia la ciencia. Nietzsche me enganchó demasiado, amiguitos. La aspirina es necesaria, pero la rigurosidad del Muy Interesante me da dolor de cabeza.

Con estos antedecentes, cuesta trabajo entender que nos queramos tanto él y yo y nos llevemos tan de puta madre. Máxime cuando es un maldito pajero del jazz y el blues, y se ríe abiertamiente del metal. Lo peor es que el 90% de las veces tiene razón. Pero incluso a pesar de eso nos caemos bien. Supongo que el roce hace el cariño, y también que sabemos descojonarnos mutuamente uno del otro. Y también que ya no nos vemos tanto, y eso que vivimos al lado. Ese es otro tema que no viene al caso.

Lo que viene a cuento tras esta emotiva carta de presentación es que el otro día leyendo la prensa me acordé del marido de mi hermana. Estaba ojeando el XLSemanal (en mi casa, tan proletarios todos, se compra el Abc. Según mi padre, porque es el único periódico que no se desmorona al venir grapado) y aparecía un dossier de chorrecientas páginas con una entrevista el pesadísimo de Punset, en el que se explicaban los componentes físicos y químicos del amor. A las preguntas de los inquietos lectores, del tipo ¿una persona puede enamorarse con 60 años? o ¿puede alguien perder la capacidad de amar?, el celebérrimo de un tiempo a esta parte pensador de pelo destartalado daba toda una serie de razones fisio-biológicas que respaldaban sus respuestas racionalpositivistas.

Se me vino a la mente mi cuñado porque no sé qué podría pensar leyendo el artículo de marras. Aunque lo sospecho. Una parte de él sabría, igual que cualquier persona medianamente inteligente y lo suficientemente sincera consigo misma sabría que es cierto, o al menos demostrable y demostrado, todo lo que el catalán afirmaba en la revista. Pero por otro lado, una parte de su corazón, su alma, su cerebro o como mierda se llama realmente eso que tenemos, no le vería pies ni cabeza al rollo que se pegó el Punset.


Parece mentira que un ser tan adorable como este sea mandado a la mierda de forma tan descortés

Y es que cuesta creer que los sentimientos que despiertan, en el caso de mi cuñado su hija o mi hermana, en mi caso Cristina, en otros casos otras personas no sean más que reacciones químicas e interacciones entre partículas de nuestro organismo. Coño vale, que es verdad. Pero en mi caso hay un no se qué que me insta a esperar algo más. Supongo que ser humano, por mucho que Galileo Galilei, Copérnico y todos los que vinieron detrás digan, también es eso.

Esa es, creo yo, la desgracia de muchos científicos. Tener que renunciar, aún con más fuerza que otros mortales, a algo más. Ceñirse a lo que le cuentan los genes, los paramecios y demas bichos que no entiendo, que me resultan interesantes pero que no despiertan en mí más que curiosidad. En esos de la bata blanca y las probetas, sin embargo, provocan alegrías, tristezas y sensaciones diversas. Sensaciones que no significan más que el número pi.

Que me explique el próximo día mi cuñado si las miradas de mi sobrina son movimientos reflejos de su organismo. Porque seguramente, el humedecimiento de la mirada de mi cuñado no lo sea.

Mens sana in corpore sano

 

La juventud. Tras este hermoso sustantivo se esconde, como casi todo en la vida, algo más. El singular palabro hace alusión a todo un conjunto de afirmaciones arraigadas en la cultura popular de Occidente. Sobre todo, en la cultura popular de Occidente española. Ole nuestros cojones.

Los jóvenes son unos perros. Los jóvenes son los que más pajas se hacen (aquí no sé si quitarles la razón o no). Los jóvenes son unos incultos. Los jóvenes sólo saben beber, fumar y meterse mierdas. Los jóvenes apestan. A esto me refería. Las generalizaciones, por un lado tan útiles para nuestro vago cerebro, me inflan los cojones increiblemente. No puedo negar que haya hecho alguna vez uso de ellas, pero procuro circunscribir su dominio al usufructo de los imbéciles. Sería también absurdo decir que todos los jóvenes están sanos como una pera y que todos tienen una habitación en su casa dedicada exclusivamente a albergar los pedidos de Circulo de Lectores. Lo que tampoco es de recibo es decir que toda persona perteneciente al grupo social llamado juventud es poco más que un simio que habla (y esto es dudable en algunos casos).

Ayer, Cristina y yo fuimos más allá de las palabras. Le demostramos al mundo, aunque con su desidia habitual el mundo no nos mirase, que no tenemos nada que ver con todos esos mánidos adjetivos con los que se relaciona a mi generación. Nuestra pequeña aventura comenzó en el Mercadona, que más allá de las ansias de dominación global que se le atribuyen desde la Inciclopedia permite a los ciudadanos del mundo cubrir sus necesidades básicas y superfluas con precios asequibles. Dando una vuelta por el susodicho supermercado encontramos una bebida (ni que decir tiene marca Hacendado) que, en palabras textuales del envase, era fresa con gas. Fanta de fresa, poco más o menos. Cristina, tan genial como siempre tuvo a bien coger la lata para darle un tiento. Y eso que estaba calentorra (la lata, hijosdemilputas). Pero mi nena es valiente como pocas.

Por mi parte, sucumbí una vez más a la llamada de mi recientemente adquirido vicio al yogur blanco azucarado líquido. Les recomiendo desde aquí que no comentan el error que yo tuve al ingerir por primera vez un trago de este rico alimento del Infierno. Sólo les digo que mientras escribo estas líneas me estoy zampando un litro. Y el hijoputa encima es barato.

Con nuestra particular botellona bajo el brazo, dirigimos nuestros pasos a una pequeña plaza bien conocida por nosotros para degustar nuestros preciados manjares culinarios. Y eso.

Conclusión: La famosa fresa con gas estaba rica la jodía. No sé como lo hace pero mi novia siempre acierta eligiendo este tipo de cosas.

Conclusión 2: ¡Los jóvenes que no nos subimos al carro de la mayoría exigimos respeto!

Después de aquello y tras la maravillosa cena, nos fuimos a un bar donde curra un colega y yo me puse ciego de tinto.

...

Una vez al año no hace daño. Cabrones.

Mamá, quiero ser friki

Mamá, quiero ser friki

 

Esta mañana confirmé algo que venía temiéndome desde hace tiempo: uno, me resulta dificilísimo tener dinero y no gastarlo; dos, me va la roña tela.

Paseando por unos grandes almacenes, concretamente por la sección de cine me encontré con un Dvd que en cuanto mi vista se posó en él lo adquirí sin pensar. Se trata de la maravillosa película de serie z canadiense Jesucristo Cazavampiros (en la portada Jesuchrist Vampire Hunter, y en los títulos de crédito iniciales Jesuchrist Superstar 2, acompañados de un narrador que dice "Jesucristo Superstar 2, el retorno del Mesías"), cutre-salchichero film que hace tiempo pude disfrutar gracias a la recomendación de un colega.

Mi progenitora no sabe que he adquirido dicho artículo, y espero que no se entere. Más que nada porque no tengo ganas de aguantar su charla mil veces repetida acerca de mi enfermedad mental profunda que según ella me induce a comprar tonterías, para más inri tonterías que ya he visto u oído. No es que me preocupe ni me extrañe que una madre tenga un visión diferente de la de su retoño, lo que me da que pensar es que sé de mucha gente que piensa de una forma parecida a ella.

Esto puede enlazar con el post que publiqué hace poco dedicado de todo corazón a los amiguitos de La Innombrable (buscar en Frikipedia). Mi progenitora nunca comprenderá que compre películas y discos oríginales de los que ya tengo mi copia legal; al igual que ella, otros muchos personajillos vivientes critican explicitamente o no este gusto mío por los productos originales.

Por un lado, les entiendo. Las cosas que me suelo comprar originales son verdaderos truños infames de los que me hago por aquello del mitomanismo y por envidia de los frikis que cuelgan fotos de sus Macs en el foro de Terra. Veo hasta ciento punto respetable que otra persona más afín a El Factor X y de gustos culturales ajenos a mi desencanto por la bazofia mire asustado la estantería de mi cuarto; otra cosa muy distinta es que no respeten ni entiendan que me guste obtener por vía legal productos variados.

Quizá el problema sea que yo considero poco respetables actitudes, gustos y tendencias de la peña que al parecer, son el pan nuestro de cada día. ¿Será ese desprecio ajeno a mis gustos el pago por ser un clasista? ¿Será que sólo mi novia y algunos seres peculiares me entienden? ¿Será que soy raro? Será eso.

La insoportable pajedad del ser

 

Todos saben que el domingo es un día pensado para irse al parque con la novia y desayunar churros en el salón viendo Cartoon Network. Como no me ha sido posible ninguna de las dos cosas he optado por ver una peli porno, que quita igualmente el aburrimiento y mata el hambre, en este caso sexual. El argumento de la misma no podía ser más apropiado para el Día del Señor: un cura vicioso llega a una pequeña parroquía situada en un pueblecito italiano váyase usted a saber dónde, y se dedica a follarse a las feligresas más guarronas y a las monjas más salidas, con la premisa de que si no se someten a sus designios hará públicos sus pecados conocidos mediante el sacramento de la confesión. El título del genial film es El Confesionario, más claro imposible.

Resulta que durante una escena en que el simpático ministro de Dios se está tirando a dos monjas, le espeta a una de ellas mientras se la chupa: "divina la mamada, madre superiora". A mí, que todo género de tontería y despropósito me encanta decidí inmediatamente incorporar esa maravillosa frase a mi nick de Messenger, aclarando entre paréntesis que estaba sacada de una porno de monjas.

Nadie dijo nada al principio, y eso puede significar que o bien mis contactos no leen los nombres de otros o que no les interesa la temática de la película. El caso es que al final, saltó la liebre, en este caso el conejo porque la que se dirigió a mí fue una tía (ja ja). Me aseguró entre risas que estaba mal de la cabeza por ver porno de monjas, y tras una de mis famosas contestaciones la insté a que me dejara en paz.

La reflexión que me surge ante las palabras de esa muchacha es la siguiente: ¿a las alturas que estamos, cómo es posible pensar que se es un depravado por ver porno (legal, por supuesto) sea cual sea su temática? Me parece comprensible y respetable que un sacerdote se escandalizara ante el visionado de una peli de este tipo; incluso al principio de ésta se desaconseja el visionado de la misma por parte de personas católicas. Ahora, que una persona que no ha comulgado con los principios de la Iglesia jamás en la vida (y lo sé de buena tinta porque compartimos algún año de estudio en un colegio de curas), y lo que es aún peor, va de progre y tolerante por la vida me dedique tan estúpidas palabras tiene delito.

Hoy en día, que hay porno hasta detrás de supuestos programas de investigación (busquen Teresa Viejo en Wikipedia), no me cabe en la cabeza que una persona con un nivel de estudios superior, que ha conocido a todo tipo de personas a lo largo de su vida (sólo con conocerme a mí ya tiene tela) y que por suerte ha tenido acceso a opiniones y pensamientos de todos los gustos y colores pueda afirmar con esa rotundidad semejante despropósito. Por siempre respetaré a quien no le guste el porno; de hecho reconozco que en ciertos momentos me cansa y prefiero la sutileza de un buen film erótico; igualmente jamás convenceré a nadie para que visione material pornogáfico, pero me parece deleznable decir una tontería de tal calibre. Siguiendo con la lógica que me ha mostrado, no debe bañarse cuando tiene la regla y perderá la virginidad la noche de bodas.

La conclusión que saco de esto es una muy clara: por favor, déjenme que me haga pajas con lo que quiera. Y como siempre digo: si hay gente que se come la mierda, y gente que le gusta verlo...

El viejo continente chochea

El viejo continente chochea

 

Anoche estuvimos viendo mi novia y yo la final de Eurovisión. Yo nunca había podido disfrutar de semejante espectáculo, porque siendo sinceros nunca llegué a pensar que podía ser divertido. Otra cosa más que aprendo junto a Cristina.

El caso es que como algunos de ustedes ya sabrá resultó ganadora una muchacha que, con todo mi respeto a las lesbianas, seguramente fue al concurso en un camión Pegaso. No me mosquea que sea homosexual, me indigna que semejante cagarro de canción, una balada de la que los mismísimos Bee Gees se avergonzarían, saliera vencedora en un festival por el que desfilaron una clase de personajes que, como dijo mi novia, "parece que han cogido a lo puto peor de Europa y lo han traído a cantar"; lo de puto peor en nuestro caso es una expresión de afecto y cariño.

Todavía me indigna más que la representante de Ucrania, un travesti de los de café clandestino de la dictadura franquista pero en versión los Urales, quedara en un segundo puesto, cuando su canción era una mierda de iguales dimensiones que la ganadora pero sin duda más divertida y más homo-cachonda, todo un punto a favor.

Todo esto me lleva a pensar que en Europa, o somos muy pelotas del vecino o no tenemos oído. En un debate posterior a la emisión del concurso, en el que diversas personalidades de medio pelo (no podía faltar la gordita aquella que hacía de cajera en El Super, que me la imagino en su cuarto rezándole a un altar con la foto de Encarnita Polo rogándole a los dioses que se celebre un cutre-evento cada mes) conversaban acerca de lo divino, lo humano y los paquetes de los concursantes, Jose María Íñigo, aquel hombre de poblado bigote que asistía asombrado a una de las demostraciones del dobla-cucharas Uri Geller, declaró que el sistema de votaciones debía cambiar. Nunca pensé que fuera a preocuparme nada relacionado con un guirigai como Eurovisión, pero sorpresas te da la vida.

Como el Íñigo dice, eso de votar al vecino de al lado es una mamarrachada. Lo jodido no es que unos ganen y otros pierdan, que al fin y al cabo la vida es eso, sino ver como la política, el untamiento a quien interesa y la sonrisa de turno acompañada de la puñalada trapera correspondiente se ha implantado en algo que se supone va enfocado a la diversión, el descubrimiento de hits del verano y el sentimiento de vergüenza ajena; pa echar el rato vamos. No así que Eurovisión ya parece una partida del Risk.

Lo que me consuela es pensar que seguramente, la mariquitusa de Ucrania ha obtenido más busquedas en Youtube que la marimacho de Serbia. Si no es así, espero que Devourment saquen disco pronto y de ese modo, poder escuchar una verdadera mierda con conocimiento de causa.