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Enetemec

No problem

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No me he documentado lo suficiente, pero en mis devaneos habituales por Internet no he encontrado demasiados comentarios, por no decir casi ninguno, de la serie de las que les voy a hablar hoy. Y eso que para mí es una de las mejores que la caja tonta ha ofrecido en toda la historia.

Tuve una época de enganche a la televisión bastante profundo. No sé de donde sacaba el tiempo, el caso es que me tragaba impunemente cualquier programilla que estuviera medianamente bien. Si la generación anterior a la mía presume de haber vivido la era de dibujos animados como Heidi, Marco o Jem Chica Pop nosotros podemos presumir de haber presenciado la era de las reposiciones, donde todas esos programas y alguno más fueron nuevamente emitidos con el inconfundible savoir-fair de los programadores televisivos patrios, en el que capítulos repetidos hasta la saciedad (véase la entrada para Antena 3 en Wikipedia) se veían acompañados por un baile de temporadas y saltos espaciales que hacía prácticamente imposible pillar de qué coño iba la historia. Sin embargo, nuestra inteligencia superior o quizá la radiación que producen los rayos catódicos nos permitía enterarnos del asunto. Eran buenos tiempos.

Además de mi natural atracción por los dibus disfrutaba igualmente de algunas series, en su mayoría americanas por darme por culo desde siempre el 99% de las producciones españolas. Eso sí, tengo que reconocer que me tragué como un cabrón Médico de Familia; el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Curiosamente, y como posteriormente viene siendo costumbre en mi vida, estos simpáticos espacios televisivos sólo eran vistos por mí o algún descarriado más. Dejando aparte El Mundo de Beakman, que visionaba sin parpadear durante mi etapa de amor por la ciencia (que duró poco, todo hay que decirlo), mi otro gran fetiche era Parker Lewis Nunca Pierde.

Quizá algunos de ustedes la recuerden; para los que no, la serie se desarrollaba en un instituto, donde el protagonista y sus dos mejores amigos vivían las típicas situaciones presentes en cualquier serie destinada a adolescentes. El encanto de Parker Lewis era que éste tenía prácticamente el control del centro de estudios, con cámaras colocadas por toda la escuela, una lista de excusas válidas para Musso (la terrible y prototípica directora, que por supuesto contaba con los servicios de el odiable y prototípico pelota) y todo un sinfín de cacharros que convertían la vida estudiantil en la juerga que al menos a mí me hubiera gustado disfrutar.

No podía faltar igualmente el alumno tragón, un poco bobote y de buen corazón encarnado en el personaje de Kubiak, estrella del tópico equipo de futbol americano del cole y que solía repetir la frase comida, ahora tras la que era agasajado con un pescado vivo que engullía mientras le daba coletazos en los labios; tampoco nos libramos en esta serie del nerd de turno, en esta ocasión llamado Jerry y compañero inseparable de Parker, para el que trabaja y al que acompaña en sus planes para seguir llevando la vidorra que se pegaba el muchacho. El otro secuaz de Lewis responde al nombre de Mickey (obviaremos los chistes de dibujantes congelados), rockero de pantalones ajustados y pendientito en la oreja, que como no podía ser de otro modo toca la guitarra y se pasa el tiempo ligando lo que puede.

A estos personajes hay que añadirles un millar de estereotipos más: la hermana insufrible, los padres que no se enteran de nada, el competidor por la hegemonía del instituto que casi le cuesta al prota un disgusto, las chicas de las que es imposible no enamorarse...todo muy sencillo y en cierto modo previsible.

Como ya he dicho, a pesar de que realmente el trasfondo de la serie no es más que la repetición de los argumentos de siempre la forma de plantearlos y las situaciones, en ciertos momentos surrealistas pero geniales, convierten a Parker Lewis Nunca Pierde en una referencia que por desgracia no siguieron demasiados los creadores de otros productos televisivos que fueron surgiendo posteriormente.

A todo esto hay que añadirle la estética de primeros de los 90, donde la década anterior seguía latente en el espíritu de la juventud, y el hecho de que en cada capítulo se trataban temas que no por conocidos eran menos interesantes: la música, el primer amor, la distancia generacional entre jóvenes y adultos, los estudios y un sinfín más de problemas que se desgranaban durante los 71 capítulos que según Imdb duró la serie.

Cojonudo todo, sí señor. Que guay para verla con los colegas. Y una vez más, no me explico por qué, según parece, nadie recuerda o considera digno de elogio este increíble programa. ¿Quizá incompatibilidad de horarios? ¿A lo mejor a la peña Parker le caía mal? Lo entiendo, en ciertos momentos puede resultar repelente, pero tampoco creo que sea para hacerle la cruz. ¿Los colores chillones habituales en las camisas del actor producía el conocido efecto epilepsia de anime japonés? Os pido ayuda para que me digáis por qué cojones la gente pasa de Parker Lewis. Lo único que es seguro es que Cristina y yo hablaremos de Parker, para engrandecer aún más aunque parezca difícil nuestro particular Universo. Engrandezcan ustedes mi confianza en el futuro del planeta y comenten algo, por Dios.

2 comentarios

Kiüs -

creia que "Parker Lewis nunca pierde" solo la veiamos mi hermana y yo!! xDDD estoy de acuerdo contigo,y creo que la razon por la que nadie quiere a Parker puede ser lo d las camisas e? xDD parece que hay mas cosas inconocibles que conocemos los dos de las que yo creia xD

Montse Akane -

Gracias por linkarnos en tu blog a Jose y a mi ^_^

¡Un saludo!