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Enetemec

¡No hija, no!

Anoche tuve la ocasión de zappear por la programación nocturna y me topé con dos programas que me resultaron interesantes. El primero era una película porno, cuyo mayor atractivo fue ver como la mazizorra de turno se la chupaba a un tío vestido de langosta. Quien quiera que sepa qué peli es que me diga el nombre, por caridad.

El otro espacio televisivo consistió en un documental sobre Camilo Sesto. Lo pillé ya empezado, así que sólo pude ver desde la época de Jesucristo Superstar en adelante. Una voz corporativa iba contando, con el apoyo de numerosas entrevistas a amigos y conocidos del cantante y a Sesto mismo, los avatares que al antaño mojabragas le han ido sucediendo a lo largo de los años.

Hacia el final del reportaje la historia se detenía en la salida al mercado de Mola Mazo, ese tema tan bailado en discotecas homosexuales de toda España. La coñita llegó cuando el narrador presentó el susodicho tema como una composición acojonante, llena de matices y soberbia (utilizó otras palabras que no recuerdo, pero vino a decir eso, lo juro); ahí fue cuando se estropeó uno de los pocos ratos agradables que TVE me ha ofrecido hasta ahora.

Y es que vale, la canción de marras tiene su gracia y tal, cumple todos los requisitos para entrar en mi amplia lista de soplapolleces y durante unos minutos puede resultar incluso agradable, pero me temo que de ahí a encumbrarla a los altares a los que el guionista del documental la alzó anoche hay un trecho bastante amplio.

Espero que no me malinterpreten; Camilo Sesto me ha parecido desde siempre una de las mejores voces que ha dado la canción española y un tío que me cae medianamente simpático; si bien es cierto que su característica mirada perdida en ocasiones me da mal rollito, en general no me desagrada el muchacho. No ataco al artista, y tampoco a su obra, pues ya como ya les he dicho Mola Mazo me deja un saborcillo dulzón en la boca. Lo que me sucede es que me toca los cojones sobremanera que la gente no sea capaz de aceptar que algo, aunque sea chachi piruli y no esté mal hecho, es una maldita estupidez.

Esto que les cuento también me ocurre cuando leo por ahí algunas críticas a, por ejemplo, sketchs de los Monty Python. No dudo que son uno de los referentes del humor inteligente y surrealista en todo el mundo, pero mentiría si no fuera capaz de decir que algunas escenas de los ingleses no son más que absolutas gilipuertadas. Muy bien pensadas y geniales, incluso con más jugo del que pueda parecer a simple vista, pero sin duda y por encima de otros asuntos tonterías enormes.

Como el caso anterior, hay por ahí bastantes: videos de Youtube, chistes absurdos, cómics de culto... No comprendo la manía que tenemos (no tiro la primera piedra, eso está claro) en ocasiones de justificar que algo nos gusta, es grandioso o nos hace reír mediante parrafadas encontradas en alguna bitácora o críticas concienzudas de supuestos expertos, con lo fácil que sería decir: me encanta porque es una soberana mierda.

 

2 comentarios

Sanjuu -

No es por tocar los cojones pero tu última frase deberían aplicarsela todos los fans de Slayer xD

Kiüs -

En primer lugar, muchas gracias por poner un enlace a mi blog, de verdad; aunque no lo parezca me ha hecho mucha ilusión ^^ (lo acabo de ver antes de darle a comentar el articulo xD )

En fin, con respecto al artículo, sólo quería aconsejarte un artículo de la Frikipedia: http://www.frikipedia.es/friki/Absurdismo
sobran las palabras...no?