Y si no hace cré, no es Matutano
Toda la vida he acumulado grasa en el perímetro abdominal. De un tiempo a esta parte y gracias a un cuidado meticuloso de mi dieta, que he vuelto a dejar a su libre albedrío he sido capaz de espigar mi figura un poco. Lo importante es que mi complexión fuerte me ha convertido en un gran conocedor de la inmensa mayoría de mierdas de comer que existen o han existido.
Desde siempre me han molado los snacks de paquete. Y digo snacks, además de para hacerme el interesante, porque no sólo de patatas fritas vive el gordo. Los hijosdeputa insensibles y sin escrúpulos de los creadores de aperitivos y chucheridas han sacado al mercado una ingente cantidad de porquerías culinarías a cual más apetecible y dañina para el cuerpo. Una de las empresas más antiguas y queridas por mí es Matutano. Desde la Pandilla Drakis, pasando por los Pelotazos o aquellos colmillitos de vampiro de los que nunca más se supo y que estaban de muerte estos simpáticos señores han llenado mis dedos de zurrapa de Fritos y la bolsa de basura de mi hogar con infames pegatinas y rascas-ys-ganas que a nadie le tocaron nunca (deberían haber aprendido de los que fabricaban las botellitas).
Antaño, no comía otra cosa que Ruffles al Jamón. Bueno, a lo que ellos decían que era jamón; si todos los sabores son así en el País Matutano no me importaría chupar una mierda fresca. Más tarde, probé los Bocabits, que en mi mente trastornada siempre me han sugerido un pantallazo azul de Windows en mi antiguo Pentium 166 (Mmx, of course). De Doritos y cía. mejor no hablar; aún tengo fresco en mi memoria el descomunal apretón que sufrí la última vez que los comí. Hace no mucho tiempo el hombre volvió a hacer historia y se pusieron en venta las Ruffles Yorkeso, lo que junto a la teoría de la relatividad y los pollos de goma con polea suponen la perpetuación de la hegemonía del ser humano en la Tierra.
Sin embargo, a pesar de haber tenido los santos cojones de llevarme a la boca cosas como las Lays Campesinas, pocas veces he tenido la sangre fría de acudir para matar el gusanillo a el producto alimenticio abandonado por excelencia: Las Ruffles Onduladas.
Vale, todas las patatas de sabor de las Ruffles clásicas eran onduladas; me refiero más en concreto a las que su condición era también su nombre. Estos tímidos tubérculos cortados en láminas finas y fritos a altas temperaturas se han colado en mi vida estos 21 años, pero como imagino que al resto de existencias, no me han aportado nada.
Iba al cumpleaños de un colega a comer sandwiches de jamón york y queso metidos en plástico transparente y a echar gusanitos en un vaso de Coca-Cola, y después de todo el estropicio que se organizaba en la sufrida cocina de su santa madre, siempre había un plato que se mantenía prácticamente igual que cuando llegaba. No era otro que el que estaba lleno a rebosar de las malogradas Onduladas, que a pesar de poseer un bonito color amarillo-fuerte-casi-brillante y un tacto agradable a la boca eran desechadas incluso para las gamberradas de turno.
En otros artículos en los que también les he hablado de los parias de la sociedad occidental siempre les he dado alguna razón por las que considero que los rememorados debían ser tomados en mayor consideración; en esta ocasión pongo sobre la mesa virtual las cualidades que a mi parecer justifican totalmente la desidia que provocan las protagonistas de este post.
En primer lugar, y más importante, las Onduladas no saben a nada. Quizá no sea totalmente cierto: les pasa como al suero fisiológico, que en teoría no tiene sabor pero realmente acaricia las papilas gustativas con algo que se parece a tomar un bocado de aire. Comerse un paquete de Ruffles de este sabor es o bien un sustitutivo de los cigarrillos si se quiere dejar el vicio o la última opción de un obeso desesperado. Las de Jamón saben a todo menos al alimento que representan, pero al menos saben a algo que a mi me volvía y me vuelve loco. Las 3D tienen un toque raro que cuando aprenda a distinguir lo distintos conservantes cancerígenos que las constituyen podré detallarles, pero las Onduladas son absolutamente inocuas.
En segundo lugar, al menos en todos los quioscos y bares de mi barrio, con las Onduladas nunca regalan un carajo. No sé como se las ingenian mis vecinos comerciantes pero jamás he visto un paquete de Ruffles Onduladas "con sal" (apelativo que intenta sin éxito atraer a personas como mi padre, capaces de espolvorear de sal una lubina a la sal) que tenga adherido la famosa tirita de plástico translúcido con la promoción de turno dando tazos o estupideces de la misma índole. Así no se gana al público infantil, queridos.
Por último, siempre me ha tirado para atrás saber que gastarse 30 céntimos en unas Onduladas era como comprarte un filete crudo y comértelo sin cocinar. Vengo a decir que de las Onduladas derivan todas las demás, son la matería prima con la que se elaboran el resto de familia de patatas Ruffles.
Como ven, no defiendo a las Onduladas, sino que entiendo por una vez que algo sea relegado a un segundo plano. Sin embargo, las siguen vendiendo. Supongo que será porque no todo el mundo tiene mis neuras. Viva la Globalización, cagón Dió.
7 comentarios
Sergio -
NtmeC -
drmanhatan -
Sanjuu -
Respecto a las patatas onduladas estan buenas, lo que pasa que si te has metio una ristra de jamon jamon se te queda la lengua empezá y no te coscas de a que saben xD
Por ultimo dos cosas con respecto a tu blog:
1. Odio escribir encerrado en una cajita de mierda cual puta me tratase xDDD
2. Tu blog me toca los cojones preguntandome cuanto son 2 y 2, ni que el título de ingeniero me hubiera tocado en la tombola 8-)
Kiüs -
en fin,siempre nos kedara el Tito Tronkito no? xDD
juanma (erosion) -
decia que no tas acordao de las patatas de chiquito de la calzada ni de las de la play!!!! esas si que tenian mierdas.
yo e llegao a probar unas matutano d hamburguesa!!! como lo lees.
bueno churra, me encanta tu blog!!! un abrazo.
Cristina -