Blogia
Enetemec

Tráfico, libertad y la madre que nos parió a todos

 

Hace unos pocos días retomé la soporífera tarea de estudiarme el teórico del carné de conducir. En febrero del año pasado me apunté, pero como siempre ocurre a la hora de ponerte a estudiar te surgen cosas mejores qué hacer. Ya, que para aprobar el teórico hay que hacer muchos tests. Pues imaginen mis ganas que ni eso.

El caso es que leyendo con más detenimiento el libro de la autoescuela y las preguntas de los innumerables (35 en el caso de la web de la Dgt) tests, he confirmado algo que venía sospechando desde que conozco a conductores: que una vez que se tiene el carné, cada cual hace lo que le viene en gana.

Y aquí viene la gran pregunta: ¿para qué cojones hay que aprenderse una tabla enorme, aburrida y confusa para saber a qué velocidad hay que transitar, si luego los usuarios de la vía adaptan su velocidad a las apetencias propias? ¿Qué sentido tiene advertir una y otra vez el uso del casco, del cinturón de seguridad y de la prohibición de ingerir bebidas alcohólicas previo al manejo de un vehículo de motor si cada fin de semana las cunetas se llenan de muertos? Para empeorar la cosa, el cada vez más amplio sector friki se relame de gusto al ver las escenas tan simpáticas con que las campañas de prevección de accidentes nos deleita cada temporada, ripeándolas y colgándolas en Youtube para inundar la web de absurdos comentarios que no aportan nada.

Todo eso me hace dudar de la libertad del hombre. Sí, amiguitos, soy tan retorcido que pensando en una gilipollez tan enorme se me ocurre plantear tal despropósito. ¿Realmente estamos tan alienados como muchas corrientes del pensamiento entienden? ¿Verdaderamente hemos dejado atrás el estado de libertad absoluta primigenio que cualquier simio prehistórico disfrutaba? Viendo el jeto de algún que otro conductor, y la maestría con que se saltan las señales como si un día en medio de dos festivos se tratase, dudo mucho de lo anterior. ¿Tendrá razón Antena 3 cuando muestra a los videojuegos como el mal del siglo XXI, esclavizador de mentes y secador de cerebelos? Ahora que han instaurado eso de los puntos, y pienso en esos que ya habrán organizado porras para ver quien los pierde antes, o esos otros que pensarán que atropellar a una vieja no quita puntos sino que les suma, empiezo a creer en Matías Prats y cía.

Lo que saco en claro después de todas las vueltas que le vengo dando es que somos más chulos que un 8, y que en un vía urbana, en la que el uso del claxón está prohíbido salvo para advertir un peligro, pitamos a la primera tìa buenorra que pase. Bueno, y también tengo clarísimo que eso de sacarse el carné es un coñazo supino.

1 comentario

Sanjuu -

Chiquillo te daras cuenta cuando seas conductor que hay que tener más ojos para los demás que para uno mismo.

La gente es gilipollas por naturaleza pero eso es un hecho contrastado desde el inicio de los tiempos. La libertad es una paradoja tan grande que nosotros mismos decidimos si somos libres o dejamos que piensen por nosotros mismos.

Paciencia y al toro, que te queda mucho que penar aún ;)